sábado, 1 de diciembre de 2012

QUÉ DIFÍCIL ES SER COMO TÚ, JESÚS



Introducción
No es fácil ser cristianos auténticos por eso lo que escribo es de mi propia
Experiencia y de la que observo de lo que sucede en nuestro mundo,
y lo que dice la Palabra
de Dios al respecto

Vivimos cada uno en la sistemática rutina diaria, las personales y las que se relacionan con las otras personas del mundo que a cada uno nos rodea y nos comunicamos a diario, y las ocasionales. Quizás siempre creyendo que todo lo estamos haciendo bien. Nos conformamos, y seguimos adelante. No nos cuestionamos si cuando, con quien y en que forma podríamos haber fallado.

Si con honestidad hacemos un alto, un tiempo de silencio, y lo analizamos, a la luz de la Palabra de Dios, podremos observar que muchas veces nuestros actos decisiones o pensamientos en nuestras relaciones no han sido precisamente dentro de la  armonía según la voluntad de Dios.



CONCIENCIA DE CRISTO
Y si no lo están, o estuvieron lo que hicimos o dejamos de hacer es porque nuestra conciencia no está desarrollada a la altura de la “Conciencia de Cristo”, a la que es nuestro deber llegar. (Efesios  4,13), (*) y aunque “eso” nos parezca imposible, por lo menos considerar como un objetivo o meta hacia donde dirigirnos.


Especialmente en esos momentos que nos toca tomar decisiones de pensamientos, para juzgar y luego actuar.

Pero andamos caminando en “nuestra vida”, que no es toda nuestra, a la ligera, que ya se vuelve una “rutina” pero en contra de la voluntad de Dios.

CONVERSIÓN
Ya no tenemos tiempo para pensar en  las cosas buenas que dejamos de hacer, Y en otros casos, somos impulsados a criticarnos, o juzgarnos aún cuando ya nos habíamos propuestos no hacerlo más, como parte del plan de ir superándonos en el espíritu, (el proceso de la conversión),  porque es Jesús el Cristo de Dios quien nos interpela a hacerlo: “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos. 1,15).(#)

(#)Esto equivale a dejar nuestra antigua vida del mundo, para pasar a la vida en el Espíritu de Cristo, con Él y en Él.
Si vivimos presionados por la influencia del “mundo” es porque hemos nacidos y fuimos criados en este “mundo”.  Fuimos educados Es decir nos dejamos guiar por el pensamiento de los demás, por eso hacemos lo que hacen los demás, respecto a los malos hechos. Al mismo tiempo que nos impiden hacer lo que es bueno. Porque de lo contrario estaríamos remando en contra de la “corriente”.
 
Pero no podemos excusarnos utilizando este motivo para dar rienda suelta a nuestros deseos. Porque hemos recibido el conocimiento de la voluntad de Dios a través de su Palabra, y está escrita en nuestra misma conciencia. El conocimiento del bien y del mal.   (Romanos. 2,14) 

Pero cuando nos disponemos y empezamos a caminar por el camino señalado por Jesús, deseando ser un creyente convertido con el objetivo de cumplir su voluntad, observamos qué estrecho y difícil se nos presenta ese “Camino”, el que a cada uno nos corresponde seguir, y que para cada cual es diferente al del otro, según su situación de vida.

Es decir que cada uno,  en lo que es,  debe vivir, o dejar que el Amor de Dios se manifieste en él y a través de sus capacidades  sirviendo con amor y por amor al semejante, servicios que no solo puede ser de característica física, sino de ayuda moral- espiritual- consolar al que sufre. (y otras tantas situaciones)

Si cada uno de los hijos de Dios que conformamos el cuerpo de su Iglesia vivimos dejándonos impulsar y  motivar por el Amor del mismo Dios, (por Cristo que es la cabeza), podremos ver en realidad en ese “cuerpo”, el conjunto de toda la humanidad que viven en armonía, es «la imagen completa del cuerpo físico y místico de Dios».

Es decir a través del cual el Dios invisible se hace visible. Por eje. Dios está en el hombre herido y tirado en el camino,  y al mismo tiempo en el “buen samaritano” a través de quien se acerca para  ayudarle, y curar sus heridas (Lucas 10,25).
Y esto es así en la realidad espiritual- humana, porque cada uno de sus hijos somos el templo vivo donde Él establece su morada, (1Corintios 3,16  y  6,19-20)

EL CUERPO DE DIOS - LA IGLESIA
Entonces si alguien pregunta: “y dónde está Dios”, podrás responderle con certeza, señalando a uno y a otro: y... está allí, -mírale, «en él, en él, y en él, en todos juntos». Si pides ayuda a Dios, recibirás a través de uno de ellos. - Como también si “uno de ellos”, que es parte del “cuerpo” contigo, pide ayuda a Dios, quizás seas tú el instrumento elegido que Dios necesitará para ayudar a “ese miembro necesitado. 

Y son  esas las circunstancias, cuando nos corresponde demostrar nuestro servicio con amor; tal vez alguien necesite de nuestro perdón, de comprensión, compasión, tal vez nos corresponda evitar hacer el mal a otro, o el no dejar de hacer el bien cuando corresponde, porque como está escrito: “el que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado” (Santiago. 4,17) .
 y  también, en evitar las malas palabras, y no dejar de  decir las buenas, cuando lo ameritan,  buenos consejos, iluminar con la Palabra de Dios, etc.

Estas y más son las circunstancias que se nos presenta en la vida en que debemos parecernos a Cristo. Y es también en esas, cuando nos encontramos con la realidad humana, frente a frente,  “el mundo”, que nos dificulta cumplir las buenas intenciones del espíritu, propuestas por nosotros mismo, cuando dijimos ya estoy convertido a Cristo, pero se hace difícil, y si esto es lo que Jesús me pide.
Le vuelvo a decir: “Qué difícil es... ser como Tú,  Jesús”.

Pero y ¿Qué de aquellas críticas del mismo Jesús? -diciendo:
“¡Fariseos hipócritas!”.........

¿No será que esa crítica de Jesús lo hizo, no precisamente solo para los de su época, sino con la intención de extenderse hasta nosotros y  para los que vendrán después de nosotros?....-Porque, -¿quién lo puede negar que en las comunidades cristianas, entre pueblos y dirigentes, (la Iglesia de Cristo), nos comportamos como aquellos fariseos hipócritas, mencionado por Jesús?.
No por el hecho de ser religiosos y vestir hábitos, o por ser dirigentes de grupos de Iglesia, una persona, es meritoria de considerarse un convertido a la “conciencia de Cristo” (*).

Cabe mencionar aquí, un debate en T.V. en donde se cuestiona las fallas de dirigentes de la Iglesia. Estaba un religioso dirigente de Iglesia evangélica, y el sacerdote Pro. Aldo, (Párroco de P, San francisco), quien respondió así: “Si un dirigente comete una falta, no es que la Iglesia haya faltado, sino el hombre; La Iglesia debe continuar, con sus miembros”. (Resumen / fecha: 20-IV-04).

Cada creyente en forma personal está comprometido ante Dios y su comunidad, si es religioso con “voto”; si trabaja en la Iglesia, por compromiso a ella, o si es un ciudadano comprometido con la familia, la sociedad, en cada situación se debe vivir con la “conciencia de Cristo”.  Es decir Cristo la Cabeza del cuerpo y nosotros los miembros guiados por Él. (1Cor. 13,20).-

Y aunque muchas veces caigamos  en falta porque no somos perfectos, no importa, debemos levantarnos y seguir adelante, porque si es el Amor el que guía nuestra vida, como dijo San Agustín, realizaremos grandes obras, obras de amor y por amor, sin mirar a quién y por quién estamos trabajando, ese es el “principio” de Cristo para caminar por “su Camino”.

La voluntad para empezar es lo que muchas veces nos falta, pero se debe empezar, de lo contrario no llegaremos a la “meta” como dice S. Pablo. ( Fil. 3,14  )


EL CAMINO ESTRECHO
Y si estamos caminando por el “camino” señalado, nos encontramos de nuevo con tropiezos.  Y muchas veces nos defraudamos al descubrir que somos tan débiles ante las ”dificultades” que se nos presentan porque  cuanto más nos acercamos a Cristo, cuanto más se aproxima nuestra forma de pensar a la de él, ( Filipenses  2,5)  es allí cuando  más difícil se hace el camino.

Porque al asemejarnos en la forma de pensar como Cristo, nosotros mismos, sobre cada acto que realizamos, o palabras que decimos, vamos a calificarnos como buenos o como malos, y si son malos, nos veremos en el deber de arrepentirnos y si es posible reparar, inclusive por las palabras mal dichas. Colos. 3,8 (leer contexto ).
Estas indicaciones de vida, son situaciones que nos hace sentirnos al parecer, débiles de espíritu, por no poder cumplir, por  la presión en nuestra conciencia de nuestra costumbre de vida humana.

Cuando así sucede, me dirijo entonces ante Jesús el Cristo, en espíritu y en verdad para orarle y pedirle fuerzas.  Y fijándome en su retrato en la pared, pareciera que es solo a mí que dirige su  mirada,  reclamándome, por mis faltas.
Y sólo le puedo decir: “Jesús, “Qué difícil es ser como tú”. Si no tanto como tú, como tu quisieras que seamos cada uno de nosotros cada vez mejor 
“Por eso te pido que me des fuerzas, y me protejas para no caer en la tentación de pecar, de tantas cosas que nos suceden en la vida cotidiana”.

Muchas veces reaccionamos con tanta espontaneidad, que ni tiempo para pensar nos da para saber si está o no de acuerdo con la voluntad de Dios esa reacción tomada.
Y esto sucede porque acostumbramos (como rutina,  de nuestra vida)  dar rienda suelta a nuestros impulsos personales. /Esto es según nuestros propios juicios - criterios - o conceptos.-
Pero si queremos empezar a tratar de parecernos a Cristo, “el Camino no es tan empinado ni pedregoso, simplemente debemos desear empezar a amar.
Se ama cuando se perdona, cuando se comprende, cuando se sirve al más humilde.
Hay tantas personas a quien amar.  Y son aquellas a quienes Dios pone en nuestro camino.

Y no es necesario buscar a quien amar a fin de cumplir un deber de conciencia, porque encontraremos a quien muy poco vamos a amar de lo mucho más que podemos, o encontraremos quienes necesitan mucho más amor de lo que podemos dar. Dios es perfecto, y pondrá en nuestro camino, justo aquel quien necesita de Dios  de lo que cada uno podamos dar.
Si seguimos estos pasos, veremos que “no es tan difícil seguir a Jesús” -(si se quiere).


BUSCA A DIOS
La Palabra dice: “Busca a Dios de corazón, y Él saldrá a tu encuentro, Lléguense los unos a los otros”. (Santiago 4,8);
El único mandamiento que nos dejó Jesús, es: “ama”.
Pero como poderosa es la fuerza del amor, para realizar sus obras, con la misma fuerza, se contrapone, como una barrera, las influencias del “mundo” exterior. 
O tal vez la misma imagen de ese “mundo” que ya está establecido como “patrón” en el interior de nuestra conciencia, nos impide amar, según el criterio de Dios.
Influencia interna Diciéndonos como “nuestro otro yo”...

*¿Cómo voy a amar a quien tanto daño me hizo?.
*¿Cómo voy a perdonar como tú, Jesús? -
*¿Cómo podré comprender a quien no me comprende?

Y volvemos a reclamar:
“¡QUÉ DIFÍCIL ES... AMAR COMO TU, JESÚS!”.

DEJAR QUE DIOS TODO LO HAGA
Se nos hace difícil amar, porque pensamos que esa actitud debemos realizar como algo nuestro.
Pero desde que reconozcamos que el amor es una virtud propia de Dios, y no nuestra, sabremos que no es mucho el esfuerzo que nosotros debemos hacer para amar a alguien que necesita ser amado.
Solamente debemos desear que Dios se manifieste a través de nosotros, reconociendo y aceptando su presencia, con la conciencia que Él todo lo puede.
Todo lo que tenemos que hacer es dejar que la misma fuerza de su Amor fluya libremente  a través nuestro hacia el otro.
De esta manera al manifestarse ese flujo de energía del amor de Dios hacia la persona o personas que deseamos amar, ya  no seremos nosotros, sino Dios quien   amará por medio de nuestras palabras, sentimientos y  acciones. 

Pero debemos desear, ser y estar consciente de este proceso, en el cual nosotros también somos parte al ponernos a disposición de Dios, para ser su instrumento de paz; de amor; de llevar su Palabra; su  Luz, si está en la oscuridad, encerrado por el vicio del pecado, o por alguna situación adversa.
Una palabra de amor, de consuelo,  puede tener mucho valor, para ser el motivo de cambiar su vida.


TUVE HAMBRE Y ME DISTE DE COMER
Cuando esa persona, de cualquiera de las formas citadas se sienta feliz, a través de nosotros, inmediatamente sentiremos la misma felicidad, o gozo en el espíritu,  porque Dios también está en el otro y habrá de corresponder en la misma medida, como hiciste con él, ya en el presente...
Parafraseando: -“Tuve hambre o sed de tu amor” y me diste de comer, “por eso ven a mi derecha, para estar conmigo”, -Es decir: “Me voy ya, para estar contigo y hacerte sentir mi presencia, por medio del gozo en tu corazón”.-(Mateo 25,34-35)
De esta manera, qué fácil es... “ser como Jesús” 
Pero qué difícil será parecerse a Jesús,... si solo pretendemos ser como nosotros.
Porque para amar a quien no nos ama, debemos dejar de ser nosotros, y que sea Jesús en y a través de nosotros el que ame y “me ame”.(Mt. 16,24).--

“Cuando así ame, ya no sabré más, si es Jesús en mi, o yo en mi hermano”. (Dijo un sacerdote conferencista).

“Hagan por los demás, como quieran que ellos hagan con ustedes”.  
Es la ley Divina.-

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