sábado, 1 de diciembre de 2012

QUE MUCHO TE HICE SUFRIR MI DIOS

¿PERO POR QUÉ LA AFIRMACIÓN DE ESTE TÍTULO?, ¿CÓMO PUEDE SER POSIBLE ÉSTO?
Podemos comenzar el tema leyendo y analizando  la sgte. Frase bíblica:
No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención”. (Efesios 4,30)
Un  hombre preguntó a Jesús, ¿quién es mi prójimo para amarle y así cumplir con Dios para llegar al reino?
Jesús le  relató la parábola de “El buen samaritano” como para que él mismo identifique, comprenda y conteste a su pregunta.
Entonces, ante ese planteamiento de  Jesús, por medio de la parábola, respondió: “El prójimo del hombre herido y tirado era aquel que le ayudó, el samaritano”.
“Respondiste bien, le dijo Jesús, y agregó, “ve y haz tú lo mismo”.
Dios se alegró, de poder ayudar  por medio del samaritano al hombre herido, en quien también estaba presente el Espíritu de Dios.
¿Quién entonces es mi prójimo?
-Es el más próximo a mí, y es el que está en mí, Dios. Por eso le dijo “ve y haz tu lo mismo” –Hacer qué: “Amar a Dios, para así poder “hacer lo mismo” “amar a mi hermano”.
  
Para corroborar esta explicación que muchos no tendrían en cuenta, podemos leer en el Evangelio según San Mateo: Todo lo que hicieron por uno de mis hermanos por humildes que sean, por mí lo hicieron (o lo dejaron de hacer). (Mateo 25,31-46)
Conociendo ya, que Dios está en cada uno de nosotros aunque no lo comprenderíamos con exactitud. Podremos, si queremos entender, que cuando lloramos, Dios llora en nosotros, o cuando estamos alegres, Él se alegra, etc., y cuando asistimos al que necesita ayuda espiritual o material es porque amamos a Dios, que vive en mí “como  mi prójimo” y en el otro que me llama, que necesita de Dios en mí.
No es esta una explicación rara,  inventada por un humano, San Pablo nos advierte muchas veces, “No pequen con el cuerpo ni con el espíritu porque ambas cosas pertenecen a Dios”.  (*)
(*) (ver más abajo el texto completo)
Podemos hacer un recuento de los hechos de nuestra vida y recordar cuantas veces hicimos llorar a Dios en nosotros, o cuántas veces lo dejamos abandonado, llorando sin intención de consolarlo.
“La canción dice”: “Muchas veces vamos apurados al templo para orar a Dios, pero no advertimos que Él estaba en mi camino en aquel hombre  sufriendo” Y sigue, “A tu lado está y no le conocemos, su nombre es El Señor”.
Cuando nosotros mismo estamos llorando o sufriendo, lo dejamos a Él participar de esos sentimientos, sin buscar la forma para cambiar el sufrimiento en alegría. (Sí, ya sé, es fácil decir, pero que es difícil hacer. Si no el nuestro, podremos del que está ocasionalmente en nuestro camino.

¿Y POR QUE TODAS ESTAS COSAS DE LA VIDA TIENE SU RELACION CON DIOS Y LOS HOMBRES?;
No lo podríamos nunca comprender si no aceptamos que cada uno de nosotros somos parte el uno del otro salidos de un mismo Dios Creador.

Y salimos de Dios desde el momento del tiempo espiritual en que Él ha decidido crearnos a cada uno según como somos. 
Está escrito que “En el Universo hay millones de estrellas, y cada una tiene un brillo diferente, y Dios conoce a todas, a cada una por su nombre”  (   )

Las estrellas de referencia representan a todos Los seres espirituales creados por Dios, de Sí mismo, en el principio.                                  
Así como una gota de agua que sale del gran mar, cada gota contiene todo lo que contiene  el  mar. Si no podemos aceptar y comprender este concepto. No podríamos comprender ni aceptar literalmente lo que Jesús venía enseñando en sus prédicas, (citados  más arriba) “Lo que ustedes hagan por mis hermanos, a mí me hicieron”.

Y – “¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado y que el Espíritu Santo vive en ustedes?, Ustedes no son dueños de ustedes mismos…por eso deben honrar  a Dios con el cuerpo como con el espíritu, porque ambas cosas son de Dios”. (1 Corintios 6,19-20)

Decía esto San Pablo, elegido por el mismo Jesús para hacer de él su apóstol y fue dotado de las sabidurías de los secretos del reino espiritual.
Entonces, ¿no somos libres?  -
 “Si, somos libres, pero no debemos dejar que nada nos domine”
(1 Corintios 6,12) 
Los libros de historia sobre la vida de San Francisco de Asís relatan que él se dirigía a Los lobos diciéndoles “hermano lobo” también a la luna hermana, y al sol hermano. Él en su gran humildad no predicaba a las gentes, esta verdad literal, que todos somos hermanos entre sí, porque no lo comprenderíamos.
San Pablo, antes Saulo de Tarso perseguía a Los cristianos para apresarlos y llevarlos para ser torturados por Los sacerdotes del sanedrín. Cuenta que antes de entregarlos, él mismo Los torturaba con rabia. (Hechos 22,1-5 - 22,19)
Y fue en una de esas persecuciones que Jesús resucitado se le apareció y le dijo “¡Saulo, ¿por qué me persigues? -  Te estás haciendo daño a ti mismo, como lo hace el buey cuando da patadas contra el aguijón”  (Hechos 9,1 -22,6)   

Con este texto bíblico nuevamente y en otro modo explica que:
Cada uno somos seres individuales e independientes, pero en cuanto al espíritu somos parte el uno del otro,  por eso dice que lo que hacemos por Los demás lo hacemos por nosotros mismos. Sobre esta referencia Jesús predicaba: “Todo lo que quieren que Los demás hagan por ustedes, hagan ustedes por Los demás”.
     
Pero no practicamos esas recomendaciones, porque desconectamos de nuestra conciencia el concepto de que somos hermanos reales, para así con facilidad negar que nuestra vida física, (cuerpo) que vemos, está integrada con el espíritu que no vemos, lo que hace posible para constituirnos en una persona, así también se niega  la existencia de un Dios Espiritual. Y por ende desvincularnos de compromisos. 

Viajaba en un coche  de un matrimonio por una doble avenida,  desde el paseo central un hombre casi anciano extendía la mano a cada auto que pasaba pidiendo una ayuda. Pasaban de largo los coches, el que yo viajaba también.
  
Entonces  dije:   “Nadie sabe que en ese hombre también está Dios”.  Fue  una expresión no dirigida a nadie en especial pero para que se escuche, y despertarnos a la realidad lo que ya sabemos en teoría.                        
Quiero agregar el tema escrito en otro volumen de esta serie que tiene relación al presente.  “Yo vi llorar a Dios”, basado en la letra de una canción,  interpretada por una pequeña niña. Y “la niña le preguntó a Dios” “Por qué estaba llorando”. Contó la niña lo que Dios le respondió: “Porque los hombres no cumplen sus santos mandamientos”, seguido  explicaba los detalles, que Dios le decía, “Por qué hay tantos niños hambrientos”, etc. etc.                                             
Luego, ella reclamaba en la letra de la canción, “Por qué si decimos que le queremos, seguimos haciendo llorar a Dios”.  “¿Por qué si sabemos que existe, entristecemos a Dios?”.

Juan Carlos Bordón
                            Diciembre  2007                             

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