Introducción
Experiencia y de la
que observo de lo que sucede en nuestro mundo,
y lo que dice la
Palabra
de Dios al respecto
Vivimos cada uno en
la sistemática rutina diaria, las personales y las que se relacionan con las
otras personas del mundo que a cada uno nos rodea y nos comunicamos a diario, y
las ocasionales. Quizás siempre creyendo que todo lo estamos haciendo bien. Nos
conformamos, y seguimos adelante. No nos cuestionamos si cuando, con quien y en
que forma podríamos haber fallado.
Si con honestidad
hacemos un alto, un tiempo de silencio, y lo analizamos, a la luz de la Palabra
de Dios, podremos observar que muchas veces nuestros actos decisiones o
pensamientos en nuestras relaciones no han sido precisamente dentro de la armonía según la voluntad de Dios.
CONCIENCIA DE CRISTO
Y si no lo están, o
estuvieron lo que hicimos o dejamos de hacer es porque nuestra conciencia no
está desarrollada a la altura de la “Conciencia de Cristo”, a la que es nuestro
deber llegar. (Efesios 4,13), (*) y aunque “eso” nos parezca
imposible, por lo menos considerar como un objetivo o meta hacia donde dirigirnos.
Especialmente en esos
momentos que nos toca tomar decisiones de pensamientos, para juzgar y luego
actuar.
Pero andamos
caminando en “nuestra vida”, que no es toda nuestra, a la ligera, que ya se
vuelve una “rutina” pero en contra de la voluntad de Dios.
CONVERSIÓN
Ya no tenemos tiempo
para pensar en las cosas buenas que
dejamos de hacer, Y en otros casos, somos impulsados a criticarnos, o juzgarnos
aún cuando ya nos habíamos propuestos no hacerlo más, como parte del plan de ir
superándonos en el espíritu, (el proceso de la conversión), porque es Jesús el Cristo de Dios quien nos
interpela a hacerlo: “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos. 1,15).(#)
(#)Esto equivale a
dejar nuestra antigua vida del mundo, para pasar a la vida en el Espíritu de
Cristo, con Él y en Él.
Si vivimos
presionados por la influencia del “mundo” es porque hemos nacidos y fuimos
criados en este “mundo”. Fuimos educados
Es decir nos dejamos guiar por el pensamiento de los demás, por eso hacemos lo
que hacen los demás, respecto a los malos hechos. Al mismo tiempo que nos
impiden hacer lo que es bueno. Porque de lo contrario estaríamos remando en
contra de la “corriente”.
Pero no podemos
excusarnos utilizando este motivo para dar rienda suelta a nuestros deseos. Porque hemos recibido el conocimiento
de la voluntad de Dios a través de su Palabra, y está escrita en nuestra misma
conciencia. El conocimiento del bien y del mal. (Romanos. 2,14)
Pero cuando nos
disponemos y empezamos a caminar por el camino señalado por Jesús, deseando ser
un creyente convertido con el objetivo de cumplir su voluntad, observamos qué
estrecho y difícil se nos presenta ese “Camino”, el que a cada uno nos
corresponde seguir, y que para cada cual es diferente al del otro, según su
situación de vida.
Es decir que cada
uno, en lo que es, debe vivir, o dejar que el Amor de Dios se
manifieste en él y a través de sus capacidades
sirviendo con amor y por amor al semejante, servicios que no solo puede
ser de característica física, sino de ayuda moral- espiritual- consolar al que
sufre. (y otras tantas situaciones)
Si cada uno de los
hijos de Dios que conformamos el cuerpo de su Iglesia vivimos dejándonos
impulsar y motivar por el Amor del mismo
Dios, (por Cristo que es la cabeza), podremos ver en realidad en ese “cuerpo”,
el conjunto de toda la humanidad que viven en armonía, es «la imagen completa del cuerpo físico y místico de Dios».
Es decir a través del
cual el Dios invisible se hace visible. Por eje. Dios está en el hombre herido
y tirado en el camino, y al mismo tiempo
en el “buen samaritano” a través de quien se acerca para ayudarle, y curar sus heridas (Lucas 10,25).
Y esto es así en la
realidad espiritual- humana, porque cada uno de sus hijos somos el templo vivo
donde Él establece su morada, (1Corintios 3,16
y 6,19-20)
EL CUERPO DE DIOS - LA IGLESIA
Entonces si alguien
pregunta: “y dónde está Dios”, podrás responderle con certeza, señalando a uno
y a otro: y... está allí, -mírale, «en
él, en él, y en él, en todos juntos».
Si pides ayuda a Dios, recibirás a través de uno de ellos. - Como también si
“uno de ellos”, que es parte del “cuerpo” contigo, pide ayuda a Dios, quizás
seas tú el instrumento elegido que Dios necesitará para ayudar a “ese miembro
necesitado.
Y son esas las circunstancias, cuando nos
corresponde demostrar nuestro servicio con amor; tal vez alguien necesite de
nuestro perdón, de comprensión, compasión, tal vez nos corresponda evitar hacer
el mal a otro, o el no dejar de hacer el bien cuando corresponde, porque como
está escrito: “el que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado”
(Santiago. 4,17) .
y
también, en evitar las malas palabras, y no dejar de decir las buenas, cuando lo ameritan, buenos consejos, iluminar con la Palabra de
Dios, etc.
Estas y más son las
circunstancias que se nos presenta en la vida en que debemos parecernos a
Cristo. Y es también en esas, cuando nos encontramos con la realidad humana,
frente a frente, “el mundo”, que nos
dificulta cumplir las buenas intenciones del espíritu, propuestas por nosotros
mismo, cuando dijimos ya estoy convertido a Cristo, pero se hace difícil, y si
esto es lo que Jesús me pide.
Le vuelvo a decir:
“Qué difícil es... ser como Tú, Jesús”.
Pero y ¿Qué de
aquellas críticas del mismo Jesús? -diciendo:
“¡Fariseos
hipócritas!”.........
¿No será que esa
crítica de Jesús lo hizo, no precisamente solo para los de su época,
sino con la intención de extenderse hasta nosotros y para los que vendrán después de
nosotros?....-Porque, -¿quién lo puede negar que en las comunidades cristianas,
entre pueblos y dirigentes, (la Iglesia de Cristo), nos comportamos como
aquellos fariseos hipócritas, mencionado por Jesús?.
No por el hecho de
ser religiosos y vestir hábitos, o por ser dirigentes de grupos de Iglesia, una
persona, es meritoria de considerarse un convertido a la “conciencia de Cristo”
(*).
Cabe mencionar aquí,
un debate en T.V. en donde se cuestiona las fallas de dirigentes de la Iglesia.
Estaba un religioso dirigente de Iglesia evangélica, y el sacerdote Pro. Aldo,
(Párroco de P, San francisco), quien respondió así: “Si un dirigente comete una falta, no es que la Iglesia haya
faltado, sino el hombre; La Iglesia debe continuar, con sus miembros”. (Resumen
/ fecha: 20-IV-04).
Cada creyente en
forma personal está comprometido ante Dios y su comunidad, si es religioso con
“voto”; si trabaja en la Iglesia, por compromiso a ella, o si es un ciudadano
comprometido con la familia, la sociedad, en cada situación se debe vivir con
la “conciencia de Cristo”. Es decir
Cristo la Cabeza del cuerpo y nosotros los miembros guiados por Él. (1Cor. 13,20).-
Y aunque muchas veces
caigamos en falta porque no somos
perfectos, no importa, debemos levantarnos y seguir adelante, porque si es el
Amor el que guía nuestra vida, como dijo San Agustín, realizaremos grandes
obras, obras de amor y por amor, sin mirar a quién y por quién estamos
trabajando, ese es el “principio” de Cristo para caminar por “su Camino”.
La voluntad para
empezar es lo que muchas veces nos falta, pero se debe empezar, de lo contrario
no llegaremos a la “meta” como dice S. Pablo. ( Fil. 3,14 )
EL CAMINO ESTRECHO
Y si estamos
caminando por el “camino” señalado, nos encontramos de nuevo con
tropiezos. Y muchas veces nos
defraudamos al descubrir que somos tan débiles ante las ”dificultades” que se
nos presentan porque cuanto más nos
acercamos a Cristo, cuanto más se aproxima nuestra forma de pensar a la de él,
( Filipenses 2,5) es allí cuando más difícil se hace el camino.
Porque al asemejarnos
en la forma de pensar como Cristo, nosotros mismos, sobre cada acto que
realizamos, o palabras que decimos, vamos a calificarnos como buenos o como
malos, y si son malos, nos veremos en el deber de arrepentirnos y si es posible
reparar, inclusive por las palabras mal dichas. Colos. 3,8 (leer contexto ).
Estas indicaciones de
vida, son situaciones que nos hace sentirnos al parecer, débiles de espíritu,
por no poder cumplir, por la presión en
nuestra conciencia de nuestra costumbre de vida humana.
Cuando así sucede, me
dirijo entonces ante Jesús el Cristo, en espíritu y en verdad para orarle y
pedirle fuerzas. Y fijándome en su
retrato en la pared, pareciera que es solo a mí que dirige su mirada,
reclamándome, por mis faltas.
Y sólo le puedo
decir: “Jesús, “Qué difícil es ser como tú”. Si no tanto como tú, como tu
quisieras que seamos cada uno de nosotros cada vez mejor
“Por
eso te pido que me des fuerzas, y me protejas para no caer en la tentación de
pecar, de tantas cosas que nos suceden en la vida cotidiana”.
Muchas veces
reaccionamos con tanta espontaneidad, que ni tiempo para pensar nos da para
saber si está o no de acuerdo con la voluntad de Dios esa reacción tomada.
Y esto sucede porque
acostumbramos (como rutina, de nuestra
vida) dar rienda suelta a nuestros
impulsos personales. /Esto es según nuestros propios juicios - criterios - o
conceptos.-
Pero si queremos
empezar a tratar de parecernos a Cristo, “el Camino no es tan empinado ni
pedregoso, simplemente debemos desear empezar a amar.
Se ama cuando se
perdona, cuando se comprende, cuando se sirve al más humilde.
Hay tantas personas a
quien amar. Y son aquellas a quienes
Dios pone en nuestro camino.
Y no es necesario
buscar a quien amar a fin de cumplir un deber de conciencia, porque
encontraremos a quien muy poco vamos a amar de lo mucho más que podemos, o
encontraremos quienes necesitan mucho más amor de lo que podemos dar. Dios es
perfecto, y pondrá en nuestro camino, justo aquel quien necesita de Dios de lo que cada uno podamos dar.
Si seguimos estos
pasos, veremos que “no es tan difícil seguir a Jesús” -(si se quiere).
BUSCA A DIOS
La Palabra dice: “Busca
a Dios de corazón, y Él saldrá a tu encuentro, Lléguense los unos a los otros”.
(Santiago 4,8);
El único mandamiento
que nos dejó Jesús, es: “ama”.
Pero como poderosa es
la fuerza del amor, para realizar sus obras, con la misma fuerza, se
contrapone, como una barrera, las influencias del “mundo” exterior.
O tal vez la misma
imagen de ese “mundo” que ya está establecido como “patrón” en el interior de
nuestra conciencia, nos impide amar, según el criterio de Dios.
Influencia interna
Diciéndonos como “nuestro otro yo”...
*¿Cómo voy a amar a
quien tanto daño me hizo?.
*¿Cómo voy a perdonar
como tú, Jesús? -
*¿Cómo podré
comprender a quien no me comprende?
Y volvemos a reclamar:
“¡QUÉ
DIFÍCIL ES... AMAR COMO TU, JESÚS!”.
DEJAR QUE DIOS TODO LO HAGA
Se nos hace difícil
amar, porque pensamos que esa actitud debemos realizar como algo nuestro.
Pero desde que
reconozcamos que el amor es una virtud propia de Dios, y no nuestra, sabremos
que no es mucho el esfuerzo que nosotros debemos hacer para amar a alguien que
necesita ser amado.
Solamente debemos
desear que Dios se manifieste a través de nosotros, reconociendo y aceptando su
presencia, con la conciencia que Él todo lo puede.
Todo lo que tenemos
que hacer es dejar que la misma fuerza de su Amor fluya libremente a través nuestro hacia el otro.
De esta manera al
manifestarse ese flujo de energía del amor de Dios hacia la persona o personas
que deseamos amar, ya no seremos
nosotros, sino Dios quien amará por
medio de nuestras palabras, sentimientos y
acciones.
Pero debemos desear,
ser y estar consciente de este proceso, en el cual nosotros también somos parte
al ponernos a disposición de Dios, para ser su instrumento de paz; de amor; de
llevar su Palabra; su Luz, si está en la
oscuridad, encerrado por el vicio del pecado, o por alguna situación adversa.
Una palabra de amor,
de consuelo, puede tener mucho valor, para
ser el motivo de cambiar su vida.
TUVE HAMBRE Y ME DISTE DE COMER
Cuando esa persona,
de cualquiera de las formas citadas se sienta feliz, a través de nosotros,
inmediatamente sentiremos la misma felicidad, o gozo en el espíritu, porque Dios también está en el otro y habrá
de corresponder en la misma medida, como hiciste con él, ya en el presente...
Parafraseando: -“Tuve
hambre o sed de tu amor” y me diste de comer, “por eso ven a mi derecha, para
estar conmigo”, -Es decir: “Me voy ya, para estar contigo y hacerte sentir mi
presencia, por medio del gozo en tu corazón”.-(Mateo 25,34-35)
De esta manera, qué
fácil es... “ser como Jesús”
Pero qué difícil será
parecerse a Jesús,... si solo pretendemos ser como nosotros.
Porque para amar a
quien no nos ama, debemos dejar de ser nosotros, y que sea Jesús en y a través
de nosotros el que ame y “me ame”.(Mt. 16,24).--
“Cuando
así ame, ya no sabré más, si es Jesús en mi, o yo en mi hermano”. (Dijo
un sacerdote conferencista).
“Hagan por los demás,
como quieran que ellos hagan con ustedes”.
Es la ley Divina.-
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